Changes: Las batallas del progresivo británico
ELP y Yes intentaron sobrevivir de la mejor manera a los años ochenta y noventa. ¿Lo lograron?
El rock progresivo: fascinante, enigmático y contradictorio. Un género que empezó como una etiqueta de la prensa para desentramar sonidos que iban más allá de la noción palpable del rock clásico en cuatro tiempos, con los años se volvió, hasta cierto punto, víctima de su propio invento y excesos. Me voy a centrar en dos casos puntuales, y muy dispares, de artistas británicos para explicar este punto: por qué a dos de los referentes más luminosos de esa generación de oro les costó más de la cuenta adaptarse a los cambios, especialmente en los años ochenta y noventa.
No es un secreto que el progresivo británico tuvo una edad de oro que se puede establecer desde los inicios de la psicodelia y el rock sinfónico en 1967 con Pink Floyd, Procol Harum, The Nice y The Moody blues, hasta la consolidación de Yes, Genesis, King Crimson, Van Der Graaf Generator, Camel, Caravan, Renaissance, Soft Machine, Gong y Emerson Lake and Palmer por citar algunos casos. Justamente la camada que surgió tras el majestuoso In The Court of the Crimson King de King Crimson en 1969 es la que logra más brillo mediático por cuenta del creciente interés que tuvo la industria por propuestas que, en casos como los de ELP o Yes, se salieron de algunas proporciones artísticas, que con los años les hicieron perder el rumbo.
Ambas agrupaciones dejaron grandes trabajos entre 1970 y 1977, pero el final de los años setenta, en el caso de ELP, fue traumático (se veía venir con el Works 2), llegando a un punto muy inferior en materia de calidad musical con el álbum Love Beach (1978), fuertemente criticado por la prensa y sus seguidores que lo vieron como lo que fue: un disco por cumplir sin ninguna ambición artística que sobresaliera más allá de la hermosa “Canario”.
La nueva década supuso para los seguidores de ELP ver a la banda fragmentada por cuenta de la carrera en solitario de Lake (dejó solo dos álbumes a inicios de los años ochenta con canciones valiosas como “Love You Too Much”, “It Hurts”, “Let Me Love You Once Before You Go” y “Manoeuvres” junto a Gary Moore), la partida de Palmer a Asia con los que dejó tres álbumes magníficos entre 1982 Y 1985 (Asia, Alpha y Astra), y Emerson dedicado a hacer bandas sonoras (Inferno, Nighthawks y Murderock) y discos de menor impacto como el álbum de Navidad de 1988. Sin embargo, hubo un momento afortunando en medio de tanta confusión para los ex ELP como fue el álbum que marcó el regreso de la banda pero con Cozy Powell en la batería en reemplazo de Palmer que se encontraba dedicado de lleno al proyecto de Asia. Con Powell dejaron un álbum homónimo, lanzado en 1986, del que se destacan “The Score”, “Mars” y “Touch and Go”, aunque se percibe a una banda tratando de encajar en una era que definitivamente no les pertenecía. Sin embargo, es un disco que denota algo: la dupla creativa Emerson/Lake era capaz de dejar grandes canciones y melodías memorables a pesar de que sonaban anacrónicos. Es un disco resistido por la crítica que con el paso de los años se le puede encontrar momentos y aportes interesantes en la proyección vocal de Lake y la fuerza de la parte rítmica de un Powell del que nada malo se puede decir, es uno de los grandes bateristas de todos los tiempos.
El caso de Yes es diferente porque a pesar de dos discos de mediana factura cerrando la década de los setenta como lo fueron Going for the One (1977) y Tormato (1978) los inicios de los años ochenta mostraron otra cara especialmente con Drama (primer disco de Yes sin Anderson), 90125, Big Generator (un Yes más cercano al pop que entendió el tiempo) y ABWH, muy a pesar de varios cambios en su formación por cuenta de algunas diferencias entre Squire y Anderson. Y aunque en los años ochenta hubo un Yes de la costa este y otro de la costa oeste, nadie puede negar que los cuatro álbumes que dejaron los integrantes del grupo, más allá de sus diferencias, corresponden a buenas obras que se han logrado sostener con los años, especialmente el Anderson, Bruford, Wakeman y Howe de 1989, idolatrado por sus seguidores por recuperar algo de la mística progresiva de los años setenta, en parte por la presencia de Bruford y Wakeman, claves en clásicos del repertorio de los años setenta como Fragile y Close to the Edge.
Las dos formaciones que encarnó Yes en esos diez años tuvo un extraño y exitosísimo fruto comercial en 1991: Union. El álbum surgió de las sesiones que ABWH llevaban a cabo para un segundo disco y que suscitaron algunas críticas de la discográfica Arista que no encontraba un tema sólido para promocionarlo. En ese proceso, Anderson viajó a California y se enteró por Trevor Rabin que Yes (Rabin, Kaye, Squire y White) se encontraba trabajando en nuevas canciones para un tercer álbum junto al guitarrista sudafricano. Ese acercamiento, también con necesidades artísticas, fue el punto de partida para unir a ocho músicos, idea que a Arista le pareció “magnífica y apropiada”. En cuanto al álbum, es una pieza desbalanceada de música en la que se perciben dos tendencias sin un norte claro a pesar de unas cuantas buenas canciones como “Shock to the System”, “I Would Have Waited Forever”, “Lift Me Up” y “Saving My Heart”. Squire, Howe y Bruford fueron abiertamente resistentes al proceso creativo de Union, que se suavizó gracias a una importante oferta económica que hizo Atlantic Records para hacer realidad un proyecto único e inédito en la historia del rock. El disco llegó al número 7 de las litas británicas y tuvo una impresionante gira promocional por Estados Unidos, Japón y algunos países de Europa. En total fueron ochenta conciertos agendados bajo el nombre Yessshows 91 y del que quedó un registro que vio la luz en DVD en 2011 como Union Live.
A diferencia de la inestable perseverancia de los ELP ⸻que decidieron dar la pelea a inicios de los noventa con dos incipientes álbumes como lo fueron Black Moon (1992) e In The Hot Seat (1994), con varias giras por Europa y Estados Unidos de las que quedaron registros en CD y DVD (Then and Now y Live at The Royal Albert Hall) ⸻, a Yes le salió algo mejor la movida posterior a Union. Por lo menos en términos creativos, Talk (1994) es un disco con buenos momentos y los temas en estudio incluidos en la gira de Keys To Ascension (1996-1997), que marcó el regreso de la formación icónica de Yes de los setenta con Wakeman en los teclados y White en la batería, como “Mind Drive”, “Foot Prints” y “Be The One” dieron cuenta de una banda madura con mucho fuego creativo. Incluso, esa gira marcó un punto alto en las presentaciones en vivo de Yes en las que el talento de sus músicos sobresalió más allá de un género que se sentía estancado en el tiempo y sin una evolución artística significativa, por lo menos desde lo musical. La ventaja que tuvo el Yes de mediados de los noventa, y en alguna medida le pasó algo similar a ELP, es que sus movidas musicales fueron sustentadas por su gran legión de fieles seguidores. Seguidores que como yo, dejaron su sueldo en cuanto disco se editó en ese periodo.
A la generación de oro del progresivo británico le costó el paso del tiempo y la evolución de los géneros. Sin embargo, decidieron morir en su ley y eso no es ni bueno ni malo. Simplemente así pasó y los más agradecidos son sus seguidores que nunca vieron con malos ojos cada nuevo álbum o cada nueva gira, por más de que los años, como le pasó a Lake con su voz, hiciera de las suyas.
Changes: Las batallas del progresivo británico
Como, siempre, muy buen análisis