El espíritu revolucionario de Liverpool
Una caja de 5 discos reconstruye el pasado ecléctico de un periodo único en el rock de la ciudad que vio nacer a The Beatles.
Liverpool: fría, verde, fascinante, moderna y anclada en el tiempo; protestante pero muy católica e irlandesa. Cuna de grandes bandas de rock, más allá de los Beatles, gracias a la corriente del Mersey Beat de inicios de los sesenta que dejó éxitos y éxitos como parte de la consolidación de la Invasión Británica de la música. No deja de sorprender que entre 1958 y 1964 un estudio mostrara que en la ciudad había 350 bandas de rock and roll activas, la mayoría inspiradas por artistas como Buddy Holly y encasilladas entre el skiffle y el rock and roll. Esa fascinación de los jóvenes por la música se remonta a la consolidación y difusión del rock and roll en la ciudad y a la visibilidad que tuvo en medios como el periódico Mersey Beat fundado hacia 1961. Uno de cada tres adolescentes quería seguir los pasos de Elvis y los recién formados Beatles y veían en la música una posibilidad para dejar las difíciles condiciones de la ciudad a inicios de los años sesenta, inmersa en niveles de desempleo nunca antes vistos. Tras el éxito que tuvo “Love Me Do” en todo el Reino Unido en octubre del 62, bandas como Gerry and the Pacemakers, The Searchers, The Merseybeats, The Fourmost, The Escorts, The Mojos, Billy Fury, Rory Storm and The Hurricanes (de donde salió Ringo), Celia Black y Billy J Kramer And The Dakotas también dieron de qué hablar en el país. La cresta de la ola creativa de las bandas de Liverpool se mantuvo hasta entrados los primeros meses del verano del amor cuando el declive fue palpable y la cercana y rival Mánchester tuvo más visibilidad gracias a sus hijos pródigos: The Hollies. Cuando los Beatles si disolvieron en mayo de 1970 ya no eran de Liverpool, le pertenecían a cada rincón del planeta que vibró con su música.
A la ciudad le costó recuperar parte de la fuerza creativa que la hizo visible durante la Beatlemanía y vivió en el letargo hasta que aparecieron los Sex Pistols. Mucho se ha hablado y se ha documentado sobre la influencia de los liderados por Johnny Lyndon en Mánchester, pero Liverpool no fue ajena a la influencia punk que llegó desde Londres a acabar con todo. Un par de conciertos de los Pistols en la ciudad y varias presentaciones de Kraftwerk entre 1975 y 1977 fueron suficientes para que la capital del Merseyside viviera, nuevamente, un renacer artístico de la mano de la música. Poco a poco fueron surgiendo bandas de punk en la ciudad, que encontraron en Probe Rocods, primera tienda de discos independiente de Liverpool, el espacio para dar a conocer sus demos en casete o en sencillos de 45. Junto a Probe Records apareció Eric´s, el icónico bar de Roger Eagle donde todas las bandas del momento dejaron toda su descarga y adrenalina rockera.
Liverpool vivía un verano musical como se dio desde los días de “Love Me Do”. El reto para esos artistas era trascender y lograr que su música sonara en Londres, de lo contrario serían un número más en las buenas estadísticas de bandas de rock registradas en la ciudad. Uno de los primeros grupos en darse a conocer en Probe Records fue Deaf School, una banda de pre-punk y postpunk que se nota que escuchó hasta el cansancio algunos de los temas menos rockeros de A Night At The Opera de Queen (“Good Company”, “Lazing on a Sunday afternoon” y “Seaside Rendezvous”) y con lo cual quedaba claro que la severidad de la mirada al momento del punk no era lo común en las bandas de la ciudad. La canción “What A Way To End It All” alcanzó cierta rotación en emisoras del norte del Reino Unido, pero su música estaba lejos de la fuerza y agresividad de una aplanadora que desde Mánchester arrasaba con todo: Los Buzzcocks. Más de uno se puede preguntar cómo dos ciudades separadas por menos de setenta kilómetros producían sonidos contemporáneos tan dispares. La respuesta está en The Beatles y su inmortal presencia en el aura de la ciudad. Esa diferencia será un componente fascinante a la hora de estudiar y entender los sonidos que se estaban gestando en ambas ciudades. Basta con remitirse a otros exponentes avanzados de ese periodo: Yatchs, estudiantes de arte, influenciados por The Jam y Elvis Costello, fueron la respuesta new wave al renacer musical de la ciudad con el éxito local “Suffice to Say”. Otros exponentes inquietantes del renacer de Liverpool, o la famosa clase del 77, fueron los Big in Japan y los Spitfire Boys de donde salieron miembros de futuras agrupaciones luminosas como Frankie Goes To Hollywood, The Lightning Seeds y Siouxsie & The Banshees.
The Echo connection
El gran año para Liverpool es 1978 cuando se formó la primera banda que pisará duro en los terrenos de Londres: Echo and the Bunnymen. Influenciados por Jonathan Richman, Roxy Music, The Doors (Jim Morrison y Ray Manzarek son unos de los referentes más notables en el sonido del grupo, se puede apreciar en una de las tantas versiones en vivo de “Crocodiles” ⸺ver video adjunto⸺, en el inicio de “Bedbugs and Ballyhoo” y en el cover de “People Are Strange” que aparece en la película Lost Boys), The Velvet Underground (oigan “Angels and Devils”, y los covers de “Heroin” y “Run Run Run ), Scott Walker y David Bowie, se formaron tras Ian McCulloch ser despedido del proyecto A Shallow of Madness (fase previa de los Teardrop Explodes de Julian Cope) para unirse al guitarrista Will Sergeant y al bajista Les Pattinson, dos conocidos de la escena independiente de la ciudad. El grupo debutó ese año como telonero de los Teardrop Explodes en el famoso Eric´s Club donde interpretaron una memorable versión de veinte minutos de un tema luego se conoció como “Monekys” y que aparece en Crocodiles, su álbum debut de 1980 (aunque esa versión, más corta, ha circulado en la antología Crystal Days).
Antes del trabajo que los puso a sonar en todo el Reino Unido, la banda se fogueó en bares y pequeños venues de la zona norte del país donde construyeron una base sólida de seguidores y aliados en la prensa local que los describían como “dignos contendores de la avalancha creativa de Mánchester”. El impacto que lograron gracias a canciones como “Pictures on my Wall”, “All That Jazz”, “Crocodiles” y “Do It Clean” no solo los llevó a ser top 20 de los álbumes más vendidos en el Reino Unido en el verano del ochenta, fue suficiente para marcarles el camino a nuevos exponentes que hicieron grandes aportes al sonido de Liverpool como sucedió con OMD, Black, Dead Or Alive, A Flock Of Seagulls, Frankie Goes to Hollywood, China Crisis y, por supuesto, los Teardrop Explodes que con el álbum Kilimanjaro de octubre de 1980 reivindicaron la gesta de la banda de McCulloch con un sonido muy cercano y engalanado por la apuesta vocal de Julian Cope, otro de los grandes próceres del sonido de la ciudad.
Toda la historia del renacer de Liverpool a finales de los años setenta se encuentra resumida en Revolutionary Spirit: The Sound Of Liverpool 1976-1988, una caja de cinco discos que lanzó hace un par de años la disquera Cherry Red Records y con la que se puede entender la evolución de los sonidos de las bandas de la ciudad a partir de una serie de referentes tan eclécticos y diversos como los mencionados antes. Como buen compilado, incluye un extenso libro y una gran selección de bandas que pasaron desapercibidas del radar mediático, pero que dejaron buenos momentos para tener en cuenta como sucede con los Lotus Eaters, Box of Toys, Probe Plus, Skeleton, Nightmares on Wax y Pink Moon. Otro de los muchos elementos fascinantes de esta caja es la variedad de sonidos y estilos presentes, que van desde el punk, el postpunk y el new wave, pasando por el reggae, el dub, el synthpop y el indie rock de los primitivos The La´s.
Y aunque las bandas de Mánchester de esa misma generación (The Fall, Magazine, The Smiths, Simply Red, New Order, Stone Roses, Happy Mondays, Joy Division, etc) fueron más visibles y aplaudidas en el sur del Reino Unido, la calidad de los grupos de Liverpool es incuestionable y trascendental en el tiempo. Sorprende darse cuenta de que toda la música de ambas ciudades era tan variada, extraña, ecléctica, única, arriesgada, creativa y, a menudo, tan definida por el lugar y su atmósfera, porque mucha de la música de estas bandas suena a su ciudad (Joy Division es un claro ejemplo de lo anterior). Y aunque ambas ciudades rechazaron el punk chillón londinense, Mánchester se decantó por sonidos industriales y luego por el warehouse-funk, mientras que Liverpool, con su propio pasado musical, demasiado pesado para evitarlo, se enamoró de la psicodelia de los años sesenta y de un brillante sentido de crudeza voluntaria para crear sonidos, por momentos, imposibles de encasillar (oigan a los Original Mirrors o a The Moondogs).
En todo caso, hay algo mágico en la atmosfera de Liverpool que se ha impregnado en la música que allí se produce. Puede ser el río (como pasa con el Mississippi), puede ser el peso del pasado o la huella invisible de los Beatles. No tengo la respuesta. Que la música hable por mí.
Cinco álbumes emblemáticos del sonido de Liverpool: