Joyas perdidas de los 80: Bryan Adams y su genial Cuts Like a Knife
Un gran disco del "Bob Seger canadiense".
Bryan Adams
Cuts Like a Knife
1983
Cuando Bryan Adams apareció en la escena musical con su disco debut de 1980, los medios locales describieron su música como la respuesta canadiense a John Mellencamp, Bob Seger y Bruce Springsteen (por el cambio de sonido con el disco The River). Los primeros dos trabajos de Adams lograron cierta rotación en emisoras de Canadá, pero sus temas más luminosos no alcanzaron a pegar en grandes cadenas de Estados Unidos. Es decir: pasó desapercibido para gran parte del planeta. Esta historia cambiaría en 1983 con su tercer álbum Cuts Like a Knife, que no necesariamente es el más inquietante o el más exitoso, pero es el que mejor refleja un cambio de actitud y de mentalidad cuando el éxito es la meta principal.
Adams entendió a tiempo que si quería tener reconocimiento e impacto más allá de su tierra natal la apuesta en sonido debía ser por lo alto y eso dependía de las canciones y del productor. Un año atrás, Adams había logrado algunos valiosos avances en materia de producción con el álbum You Want It, You Got It,(1981), principalmente por encontrar un socio clave como Bob Clearmountain, quien venía de trabajar con Bruce Springsteen y The Rolling Stones. Clearmountain entendió perfectamente lo que buscaba Adams y logró plasmarlo en el sonido de las canciones. Uno de los grandes retos que enfrentó el canadiense en ese momento era encontrar su voz propia, no tenía sentido convertirse en el Bob Seger de Canadá.
Cuts Like a Knife se grabó en Vancouver y eso incidió en el resultado final del disco. Adams se sentía más cómodo trabajando en su ciudad que experimentando en otros espacios. Ganó en confianza, desarrolló letras más profundas y logró desarrollar arreglos musicales más propios y mucho más coherentes con su voz y con lo que él buscaba para su música. Dejó de copiar, dejó de replicar a sus influencias y le apostó a su propia voz. Con el álbum listo, la disquera A&M, y por sugerencia del productor y el músico, lanzaron en la primavera del 83 el sencillo “Straight from the Heart”, canción que fue escrita por Eric Kagna, un cantautor de Vancouver, con arreglos musicales a cargo de Adams. Al cabo de unas semanas, la canción entró en listas de Billboard, logrando el número 10 y número 15 en el listado del Hot 100 de final de año, además de muy buena rotación en Inglaterra, Australia, Japón y Canadá donde fue número 1 por primera vez. Adams tuvo que ser exitoso en Estados Unidos para que finalmente en su país también lo tomaran en cuenta.
El inesperado éxito del primer sencillo tomó por sorpresa a Adams: “Es agradable ver que todo este trabajo da sus frutos. Le dije a un par de amigos que me alegraría si llegaba al Top 40, quizá si se convertía en disco de oro. Así que ahora que soy exitoso no lo puedo creer. Me fijé objetivos más ambiciosos que el año pasado y ya los he superado. Ya estoy satisfecho, pero puedo estarlo más”, dijo en su momento a la revista Rolling Stone. El sonido del tercer disco de Adams se puede describir entre una equilibrada mezcla de AOR (Album Oriented Rock), en sintonía con lo que proponía Journey, Styx o Toto, con una mezcla acertada de buen hard rock y unas melodías imposibles de olvidar.
Sin embargo, lo mejor estaba por suceder con el segundo sencillo del álbum, la canción más visible de Adams hasta ese momento en todo el planeta: “Cuts Like a Knife”, que alcanzó el top 10 en el Mainstream Rock Tracks de Billboard y entró al Billboard Hot 100 con el número 15. La canción se lanzó como sencillo en Europa, Asia y parte de Sudamérica y fue determinante para que el disco lograra más de un millón de ejemplares vendidos. A partir de ese momento, Adams entró en una cuesta en ascenso en su carrera, logrando dos álbumes más de gran factura en los años ochenta como Reckless (1984), su mayor éxito en todo el mundo gracias a “Run to You”, “Heaven”, “Summer of 69” y “Somebody”, e Into the Fire (1987).
Otro factor que benefició a Adams en ese momento fue su relación con los músicos de Foreigner, para quienes fue telonero en 1981. Impresionado con la capacidad vocal de Lou Gramm, Adams le propuso que hiciera la segunda voz de algunas canciones del álbum, una movida estratégica en relaciones públicas porque ellos se convirtieron en aliados y grandes promotores de su música, además de algunos artistas que grabaron versiones de algunos de sus temas como Bonnie Tyler y Laura Branigan.
Adams, con trabajo, visión y esfuerzo, logró algo que es muy complicado en el exigente mundo del rock norteamericano: construir la banda sonora de una generación gracias a canciones memorables e inolvidables. Un buen indicador de este aspecto son los variados de éxitos, como el So Far So Good (1993), que compilo A&M no solo para sintetizar lo mejor de una obra, sino para reivindicar un legado en terrenos que no fueron tan receptivos para el canadiense. Catorce canciones memorables que le dieron forma a parte de un legado que se construyó a punta de fe y confianza. El paso del tiempo y su lugar en el olimpo del rock, le dieron la razón a Adams.
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