Joyas perdidas de los 80: Kansas con Steve Morse
Un álbum de 1986 recuperó parte de la magia de Kansas. Su última gran obra maestra, nunca es tarde para descubrirlo.
Steve Morse (izquierda) y Steve Walsh (centro), la fuerza creativa de la versión 3.0 de Kansas
Kansas
Power
1986
El paso de finales de los setenta hacia los ochenta no fue fácil para un gran segmento de las bandas con inclinaciones más progresivas o sinfónicas, como fue el caso de Kansas. Tras vivir de las mieles del éxito entre 1975 y 1980 por cuenta de unos álbumes de gran factura como Song for America, Leftoverture (la joya de la corona), Point of Know Return (donde viene “Dust in the Wind”) y Monolith (1979), la nueva década supuso para la banda de Kerry Livgren y compañía la necesidad de recomponer las piezas que de a poco se fueron desmoronado tras el lanzamiento del álbum Audio-Vision (1980).
La caída en picada de Kansas empezó a finales de 1980 por diferencias creativas. El vocalista Steve Walsh era consciente de la necesidad de replantear el sonido del grupo y de buscar una evolución más hacia el AOR y el pop rock, en la onda de Styx o Journey, mientras que el guitarrista Livgren insistía en mantener la línea progresiva y sinfónica. Sin lograr consensos y puntos medios, la suerte del grupo quedó en entredicho tras la salida de Walsh en octubre de 1981 para formar una nueva banda, Streets. Livgren, en 1982, le encontró reemplazo y sumó al grupo a John Elefante, quien le ganó la contienda a Sammy Hagar, contemplado en su momento para ser parte de Kansas. La nueva alineación del grupo lanzó dos álbumes: Vinyl Confessions y el discreto Drastic Measures en 1983, cuyo fracaso comercial condenó al grupo a un periodo de ostracismo. Kansas, esa banda memorable que conquistó a un público exigente, se había desmoronado. Tras una última actuación el 31 de diciembre de 1983, Livgren y Dave Hope se marcharon para formar la banda AD.
Tras una serie de contactos a finales de 1985, una nueva versión de Kansas empezó a ver la luz al final del túnel gracias a los esfuerzos de Steve Walsh, del baterista Phil Ehart y del guitarrista Richard Williams. Los tres eran miembros legendarios del grupo y estaban dispuestos a hacer lo necesario para no dejar morir a una marca emblemática que había establecido una carrera sólida y trascendental. Sumaron al bajista Billy Greer, quien había trabajado con Walsh en Streets, y solo les quedaba resolver el delicado tema del guitarrista, un músico que estuviera al mismo nivel o mejor que Livgren. Tocaron varias puertas, invitaron a una decena de guitarristas de sesión a ensayos y pruebas y finalmente eligieron a Steve Morse de Dixie Dregs, quien desde inicios de los años ochenta había lanzado una serie de álbumes de jazz rock en solitario, muy aclamados por la crítica especializada como The Introduction (1984). Fue un momento fundamental para Kansas y Morse quienes luchaban por encajar en una era llena de retos y cambios. Con la banda lista para grabar, el siguiente reto era conseguir un contrato discográfico. Tocaron algunas puertas y finalmente la MCA (hoy parte de Universal Music) los apoyó. La noticia se conoció como el regreso de Kansas versión 3.0.
Power, el aclamado regreso de Kansas, se lanzó a finales de noviembre de 1986 y supuso un cambio radical en el sonido del grupo, más heavy, con muchos elemento del pop rock de moda en aquel momento, menos apegado al rock sinfónico y al exceso de los teclados. De entrada, con el tema “Silhouettes In Disguise”, quedó claro que el sonido y el estilo del álbum estaban moldeados por poderosos riffs de guitarra, más pesados que en grabaciones previas. Era un hard rock de ritmo rápido y un sonido de batería encantador, rico y envolvente, como pocas veces se le percibió a Kansas. El grupo había caído en el rebaño del AOR y para sus seguidores ortodoxos supuso una traición sin precedentes. ¿Qué salvó al disco? El tema “All I Wanted”, una canción que tiene elementos e influencias muy notorias de Whitesnake, Def Leppard y Journey, que llegó al número 19 del Hot 100 de Billboard, con lo que el disco vendió un poco menos del medio millón de ejemplares. Su video rotó en forma en MTV y una generación de jóvenes supo de la existencia de Kansas, no todo fue malo.
En su momento la prensa masacró al disco, lo catalogaron de “desbalanceado, pretencioso y lejos de los años de grandeza” (Kerrang!). Sin embargo, para Kansas fue una movida estratégica para tomar aire y replantearse de cara al futuro si la idea era mantener a flote su arte. Un segundo álbum con Steve Morse en 1988, In the Spirit of Things, marcó su corta etapa con el grupo antes de unirse a Deep Purple en 1995. El disco fue el final de la extraña relación con la discográfica MCA, que poco o nada hizo para promocionar el segundo disco con Morse. Durante años, Power estuvo descatalogado, maltratado por la discográfica (¡no solo pasa en Colombia y Argentina!), hasta que, en 2019, Universal decidió relanzarlo en CD. “All I Wanted” tuvo mejor suerte porque fue habitúe de compilados de los años ochenta como Us The 80s, así la conocí…
El paso de los años le ha venido muy bien a Power porque en el fondo es un disco que logró capturar la esencia de un tiempo y de momento crucial para el rock, fue la mirada y la interpretación de Kansas a los vertiginosos años ochenta y su forma de encajar y ser tomados en cuenta. Lejos de melodías sinfónicas y aprovechando la fuerza de la voz de Steve Walsh (uno de los grandes cantantes de la historia del rock, sin discusión), Kansas dejó un clásico atemporal que se sostiene por la calidad de sus canciones (“Secret Service” y “Can´t Cry Anymore” son maravillosas) y por la fuerza de unos músicos que nunca dudaron de su talento y de sus capacidades como grandes compositores. Y evolucionar en el rock también es entender que las fórmulas no se pueden repetir y perpetuar por siempre, de lo contrario caerían en el mismo terreno de Ac/Dc y los Rolling Stones. Por lo menos Power sorprendió por su frescura y de qué manera.
Escuche el álbum completo: