Bee Gees
One (1989 Warner Music)
La década de los ochenta empezó para los Bee Gees, especialmente para Barry Gibb, trabajando para la producción del álbum Guilty de Barbara Streisand. Con un disco pendiente por contrato para RSO, en octubre del 80 se juntaron para darle forma a las canciones de Living Eyes, un álbum más pop rock y menos disco (aunque “Living Eyes” tiene algunos rezagos de esa onda) y que dejó un par de buenas canciones como “Soldiers” (joya olvidada del catálogo Bee Gee), “Paradise”, “Crying Every Day” y la rockerita “He´s a Liar”. El disco fue un fracaso comercial, no tuvo rotación en la radio (muchas emisoras en Estados Unidos se oponían a programar a artistas con pasado disco), pero según Barry Gibb dejó un puñado de grandes canciones. “Es nuestro mejor álbum en cuanto a profundidad, interpretación y calidad de la producción”, dijo.
Qué difícil debió ser para los Bee Gees quitarse el peso del éxito que lograron con sus álbumes más disco: Children of the World y Spirits Having Flown, además de los hits de la banda sonora de la película Saturday Night Fever. Y aunque en Living Eyes (1981) hubo un intento desde la producción y el sonido por marcar distancia con los setenta, tras el fracaso del disco los tres Bee Gees decidieron que era el momento de parar y analizar con sabiduría y paciencia los pasos a seguir en una nueva década llena de cambios, avances y retos.
En agosto de 1983 Barry Gibb firmó un acuerdo con MCA Records para producir Now Voyager, disco en solitario, lanzado a mediados de 1984, que si bien no logró ser un éxito mediático de marca mayor, dejó un par de buenas canciones como “Shine Shine” (número 37 en Billboard), “Fine Line” y un dueto memorable con Olivia Newton-John: “Face to Face”, un disco que ha ingresado a la lista de incunables de Warner Music, como una buena parte de su catálogo de los años 80, descuidado y descontinuado. Barry Gibb también emprendió con proyectos en solitario entre 1983 y 1985 y Maurice lanzó un sencillo en el 83. Los tres Bee Gees no tenían afán de volver al ruedo ya que seguían facturando gracias a canciones de su autoría grabadas por otros artistas como Dolly Parton y Kenny Rogers (“Islands in the Stram”), Dionne Warwick (“Heartbraker”), Diana Ross (“Chain Reaction”), Jimmy Ruffin, entre otros.
En septiembre de 1986, tras haber firmado con WEA, y con el productor turco Arif Mardin (produjo a Phil Collins, Queen, Culture Club, Diana Ross, entre otros) disponible para trabajar con el grupo, los Bee Gees iniciaron el proceso de grabación del álbum E.S.P, lanzado al año siguiente, un disco que fue bien recibido por la crítica gracias a la fresca y muy coyuntural apuesta en su sonido moderno, con el tema “You Win Again” como caballito de batalla (número 1 en Inglaterra, aunque en Billboard no logró entrar al Top 40). Sin embargo y más allá del poder de las cifras, E.S.P, marcó un retorno flamante y muy productivo para los Bee Gees, en un momento muy competitivo para la industria del disco, con grandes artistas como U2, Sting, Paul Simon o Phil Collins, Michael Jackson, Madonna, entre otros, liderando la movida. Se puede decir que es un disco que con los años suena mejor, pero que en su momento tuvo ciertas dificultades para conquistar a la audiencia más exigente del grupo. Hay una belleza que vale la pena oír una y otra vez: “Crazy for your Love”.
Las Sesiones para el álbum One comenzaron a principios de 1988, aunque en marzo de ese año la tragedia golpeó las puertas del grupo: Andy Gibb, el menor de los hermanos Gibb, murió. Tenía 30 años. Andy había luchado públicamente durante años contra la adicción a las drogas y el alcohol, cuyos daños a largo plazo contribuyeron en última instancia a su muerte. Una noticia dolorosa por todo lo que significó Andy Gibb para la historia de la música pop y porque antes de su muerte los hermanos habían grabado unas maquetas de canciones con Andy para preparar un nuevo contrato con Island Records en el Reino Unido.
La muerte de Gibb revivió algunos fantasmas del pasado en los hermanos y Robin Gibb en alguna entrevista a la prensa de Estados Unidos quiso culpar la muerte de su hermano por presiones innecesarias derivadas de su posible regreso a la música (Andy murió de un infarto). “Era muy joven cuando murió. Podía haber hecho muchas cosas. Quizá nunca debería haber seguido una carrera en solitario. Quizá debería haber cogido confianza sin tener éxito primero; quizá habría sido mejor que sus primeros cuatro o cinco discos hubieran muerto”, señaló Gibb. Tras el duelo, la banda retomó las sesiones de grabación en un ambiente menos tenso que el de E.S.P. La muerte de su hermano menor les dio la fuerza necesaria para seguir adelante como uno, como una familia.
Con este contexto, y entusiasmados por un renacer creativo, los Bee Gees lanzaron en abril de 1989 el álbum One, un disco dispar, por momentos complicado de asimilar, con unas cuantas joyas como “One” (número 7 en Billboard), “Ordinary Lives” y “It's My Neighborhood”. No deja de sorprender que el tema “One” haya sido éxito en Billboard, a pesar de la feroz resistencia de la radio gringa a programar a los Bee Gees, tras la avalancha disco de finales de los setenta. Lamentablemente el famoso boicot a la música disco a finales de 1979 le hizo mucho daño a los Bee Gees y les costó ganarse la confianza de un mercado en donde siempre jugaron como locales. Eso tomó tiempo y sucedió con un disco en vivo, pero esa es otra historia para otro momento.
Al respecto, Barry Gibb le dijo a la revista People en 1989: “Hemos recibido muchas críticas a lo largo de los años. Esta banda existe desde hace 30 años, así que es un poco injusto etiquetarnos como una banda disco. Paul McCartney grabó discos de música disco. Rod Stewart también. Incluso Ethel Merman, lo que demuestra lo escandalosos que eran los tiempos. Es muy confuso. Si todo el mundo dijera que no, lo entendería y quizá me compraría una granja y criaría cerdos. Por otro lado, oigo a la gente decir: ´Tu música es la más bonita que he oído nunca', con eso me quedo.
Lo más interesante que dejó este álbum (porque los números y las ventas poco le ayudaron, aunque en Alemania, Inglaterra y Suiza vendió bien), además de armonías y voces memorables, fue una gran gira por diversos países de Europa, Asia, Oceanía y Estados Unidos (One for All World Tour), de la que quedó un registro en audio (pirata) y video (lanzado en VHS en 1991), el memorable show en Melbourne, uno de los mejores en la larga y prolífica carrera de los Bee Gees (reeditado hace un par de años en Blu-Ray como Live in Australia 89, y en CD por iniciativa de Bootlegers). No son muchos los álbumes en vivo que dejaron los británicos (Here at Last... Bee Gees... Live de 1977 y One Night Only de 1998), pero las presentaciones en Australia marcaron un rompe-aguas en su obra en vivo. Pocas veces las voces de los tres integrantes de los Bee Gees sonaron como en aquellas dos noches en Melbourne (fragmentos de ese concierto se pueden ver en YouTube).
Sobre un trabajo que no siempre es tomado en cuenta por los seguidores ayatolescos de los Bee Gees (porque el fanatismo radical y ciego no solo es un terreno de los doctores en la asignatura “Rolling Stones”), el periodista y musicólogo Daniel Casas comenta (tras una sesión de escucha virtual entre las partes):
“No hay duda de que este álbum se destaca por la exquisitez pop de su tema líder, “One”, una joya de la época, matizada por la batería programada, muy común en esos días de sonido New Jacket Swing e influencias percusivas a la Phil Collins, pero brillante en la forma natural y sencilla en que se abraza a una amalgama de texturas de sintetizador. Esta especie de fórmula parece aplicarse a lo largo del disco, por momentos haciéndose sonsa, pero como contraparte con momentos extraordinarios como el rock pop vigoroso de “It's My Neighbourhood”, en su día, una especie de versión renovada de “He's A Liar”, esa pieza olvidada Living Eyes.
De otra parte, está ese tesoro baladístico llamado “Bodyguard”, del que no sólo merece atención especial la sentida y genial voz líder de Robin, sino los hermosos coros, la genialidad de cómo abordan las distintas inflexiones melódicas y los drásticos, pero igualmente sutiles cambios a lo largo del tema, poniendo, además, en otro pedestal, el rico sólo de guitarra sintetizada. El resto del álbum se debate entre baladas breves siempre de grandes melodías y sutiles arreglos de teclados, como “Tender” y piezas rítmicas extrañas, de repente aburridas y con mínimas sorpresas, como acontece en “Tokyo Nights” y su escondida figura de teclado aludiendo un matiz seudo oriental afín a su título y temática. El resto, entre y escoja… Bee Gees 100% sin mayor novedad, afilándose para entrar a su cuarta década como artistas”.
Máster es máster.
❤️ The Bee Gees, and PLEASE, keep this news fed.