El caso de Toto es bien interesante porque durante años se les ha categorizado en el lugar equivocado por cuenta de algunos éxitos como “Hold the Line”, “Africa” o Rossana”. Más allá del impacto de esas canciones en listados de Billboard (“Africa” fue su único número 1) y del Reino Unido, Toto es el hijo legítimo de Steely Dan, y eso es suficiente para rendirse a sus pies. No es una banda menor o del montón. Es una de las más grandes de la historia del rock y su legado es incuestionable. Para entender su arte debemos remitirnos a dos nombres: el teclista David Paich y el baterista Jeff Porcaro, ambos músicos de sesión de la banda de Donald Fagen, además de Boz Scaggs, Seals and Crofts, Cher, entre otros, con los que establecieron una marca en el competitivo mundo de los hire guns. Eran los mejores en su campo, sus estándares de ejecución inigualables. Todas las bandas en Los Ángeles querían tocar con ellos.
A finales de 1977, Paich decidió que era el momento de crear su propia banda junto a su amigo Porcaro. Sumaron a Steve Lukather, un joven guitarrista que había participado en la banda de Scaggs, al teclista Steve Porcaro y al cantante Bobby Kimball que venía de los S.S. Fools. Lograron un acuerdo con Columbia y emprendieron el camino para producir un primer álbum que no defraudó a la disquera y a los medios. “Hold the line”, “Georgy Porgy”, “I´ll Supply the Love” y “Girl Goodbye” lograron cierta rotación en la radio y pronto la crítica encontró a un hijo legítimo de la onda que Steely Dan estableció con Aja. Fueron nominados al Grammy por banda revelación y álbum del año. Tras una exitosa gira promocional por Estados Unidos, Toto trabajó en algunos demos que fueron determinantes para darle vida a Hydra, su segundo álbum que, entre otras, trae “99” y “A Secret Love”.
Sin embargo, el disco no logró el impacto del álbum debut y pronto algunas alarmas se encendieron en Columbia. Paich tranquilizó a los ejecutivos de la disquera y les prometió un tercer álbum más mediático. Pero eso no sucedió y con Turn Back la crítica y la disquera se enfrentaron a un álbum más rockero, menos pop y con cierta tendencia a arreglos progresivos. Y si bien el álbum logró algo de rotación gracias a la canción “Goodbye Elenore”, fue un fracaso en ventas en Estados Unidos. El tiempo ha demostrado que esas cifras no determinan en absoluto el legado de una obra que se sostiene desde la calidad de sus composiciones.
Columbia estaba a punto de cancelarle el contrato a Toto hasta que recibieron las cifras de ventas en Japón. Toto era profeta lejos de su tierra y decidieron darles un último chance antes de dejarlos libres. Durante todo el 81 y parte del 82 Paich, Lukather y Porcaro trabajaron como solían hacerlo con Steely Dan, pausados, pacientes, experimentando, probando y arriesgando desde la perfección. El resultado fue un cuarto y majestuoso álbum lanzado el 8 de abril de 1982 y que puso a sonar a Toto en todo el planeta gracias a “Rossana” y “Africa”. Pero más allá de ambos éxitos, es un disco equilibrado que retoma el gran legado de Steely Dan para darle vida a canciones inmaculadas como “I Wont Hold You Back”. Kimball, Paich y Lukather se turnaron las voces y lograron darles un aire fresco a las melodías del grupo.
Goles son amores y además de la calidad musical, las estadísticas juegan a favor del Toto IV como uno de los grandes álbumes de la historia del rock norteamericano. Recibió seis premios Grammy en 1983, incluyendo Álbum del Año, Productor del Año y Grabación del Año por “Rosanna”. Alcanzó el número cuatro en la Billboard 200 y fue uno de los álbumes más vendidos en Inglaterra donde eran idolatrados. También alcanzó el número 10 en Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Países Bajos, Italia, Noruega, Reino Unido y Japón. También fue el último álbum de Toto que contó con el bajista David Hungate hasta su regreso en 2014 para el álbum XIV, luego sustituido por Mike Porcaro. También fue el último álbum que contó con el vocalista Bobby Kimball hasta su regreso en 1998 para Mindfields (1999).
A partir del éxito del cuarto álbum, Toto entró en una dinámica de prueba, error, donde primó la creación y la experimentación más allá de los éxitos. El álbum Isolation (1984) es un ejemplo claro del rumbo que tomó la banda. Es posible que la ausencia de Kimball haya influido en el resultado del disco, aunque el vocalista Fergie Frederiksen logró buenas interpretaciones en canciones como “Angel Don´t Cry” en la que se puede apreciar un impresionante parecido a Steve Perry de Journey. Toto entró en una onda más cercana a la banda de Schon y Perry y eso de alguna manera confundió a sus seguidores que no entendían por qué una marca propia y tan distintiva había tomado ese camino. El ingeniero Niko Bolan tuvo mucho que ver en el tipo de sonido que había adquirido Toto.
Para el álbum Farenheit (1986) invitaron al vocalista Joseph Williams con el que el grupo recuperó la senda pop del cuarto álbum. La década de los ochenta terminó por todo lo alto con el álbum The Seventh One (1988) gracias a los éxitos “Pamela” (último top 40 del grupo) y “Stop Loving You” que tuvo a Jon Anderson de Yes en los coros. Siete álbumes de gran factura en diez años que ayudaron a establecer una marca, un sonido y un concepto que se ha mantenido intacto e inalterable durante cuatro décadas, a pesar de los cambios en la alineación y la evolución constante de su sonido. Gigantes por donde se les mire. Nunca es tarde para apreciar su arte y su extensa discografía.
Otros títulos imperdibles de la discografía de Toto: