La vida común de Pulp
Saber parar en el rock también es una consigna. No todas las bandas y artistas lo han entendido.
Cuando el cantante Jarvis Cocker fundó Pulp en Sheffield, a finales de los años setenta, soñaba con tener un proyecto de vida que lo mantuviera ocupado. No esperaba fama, groupies, discos de oro, portadas en revistas o ser millonario. Solo quería tocar buena música y seguirles los pasos a tantos artistas que lo marcaron en su juventud. Él se dio cuenta de que era el momento ideal para emprender con una banda de rock en Inglaterra, pues en el país se vivía un renacer artístico similar al de los años sesenta y una gran mayoría de jóvenes querían vivir de la música. La consigna era: Si los Sex Pistols pueden, ¿por qué nosotros no? Cocker era consciente de los cambios que se vivían en la música y le llamaba la atención el paso arriesgado de propuestas como las de Gary Numan, Ultravox, Joy Division, Josef K, The Associates, Magazine, Echo and The Bunnymen y The Fall. El punk crudo de los Sex Pistols y los Buzzcocks había evolucionado hacia sonidos más elaborados, más creativos y Cocker ató los cabos para su movida. Se juntó con un par de viejos amigos del barrio y la secundaria con los que compartían la pasión por la música y formó un grupo de rock para tratar de replicar los sonidos que venían de Mánchester y Liverpool.
Los primeros años de carrera de Pulp estuvieron marcados por un notorio eclecticismo. Influenciados por David Bowie y Roxy Music, su música evolucionó hacia un rock muy marcado por el uso de los sintetizadores, en la onda de Human League, otro de los grandes hitos de Sheffield. Entre 1983 y 1991, Pulp grabó It, Freaks y Separations, trabajos que pasaron absolutamente desapercibidos de listas de popularidad y ventas, pero que en términos musicales dejaron momentos destacables en la medida que la banda encontraba su propia voz. Canciones como “My Lighthouse”, “Blue Girls” y “I Want You” se pueden percibir como avanzadas y precursoras de lo que en los años noventa fue palpable con la marca sonora de la cool britannia con el sello depresivo y existencialista que le daba Cocker a su forma de cantar y muy influenciado por Elvis Costello, tal vez su referente más notorio en cuanto a su tono, expresión y la forma de hilar las palabras.
Esos tres álbumes le dejaron a Pulp una buena base de seguidores en el norte del país con los que les bastó para mantenerse ocupados en conciertos en pequeños espacios para quinientas o máximo mil personas. De esos tres primeros álbumes, Separations logró cierta notoriedad entre la prensa independiente de Londres gracias a “Countdown”, tal vez la primera canción reconocida de Pulp más allá de ciudad natal y con algo de rotación en la BBC Radio 1. Cocker entendió que si quería mayor notoriedad para su banda debía mudarse a Londres. Y lo hizo, no solo para abrirle puertas al grupo, también para estudiar y perfeccionar algunas técnicas vocales.
Convenció a los miembros de Pulp de mudarse a la capital inglesa y allí lograron un contrato con la disquera Island Records. El demo del tema “Babies”, conquistó a Clive Davies quien decidió apostar por esos “extraños” de Sheffield. Ser parte de una disquera con infraestructura para temas de mercadeo con buenas relaciones con toda la cadena de la industria y con un catálogo serio y sólido con artistas como Cat Stevens o U2, hizo más notoria a la banda en todos los difíciles estamentos de la industria musical británica. Aparecieron en televisión, empezaron a sonar en la radio y revistas como Q y NME publicaron reseñas destacadas del álbum His `n` Hers, lanzando en el verano de 1994. Ese año Inglaterra vivió otro renacer artístico similar al de finales de los años setenta. Con Tony Blair liderando el Gobierno, la Cool Britania se tomó todos los poros artísticos del país. Bandas como Blur, Oasis, Suede, Primal Scream, Radiohead, Ocean Colour Scene, Feeder, The Verve, entre otros, nutrirían con muy buena música a la escena del rock inglés y lograrían abrirse camino en el difícil mercado de los Estados Unidos.
En 1995 Pulp recibió el golpe de suerte que le faltaba para conquistar a todo el Reino Unido y hacerse notorios afuera de la isla. “Fuimos muy afortunados de que los Stones Roses cancelaran su participación en el Festival Glastonbury de ese año. Cuando nos llamaron a reemplazarlos estábamos muy nerviosos. No habíamos lanzando el álbum Different Class aún, pero teníamos algunos hits como “Countdown” y “Babies”. Salimos al escenario, nos enfrentamos a más de 600 mil personas y lo logramos. A partir de ese día nació la gran leyenda de Pulp”, me contó el baterista Nick Banks cuando estuvo presentando en Bogotá el documental Pulp: A Film about Life, Death and Supermarkets, con motivo del festival de documentales In-Edit 2015. Producción que apareció para conmemorar la vida y obra del grupo a tres años de haber disuelto.
Banks, quien desde 1988 y hasta 2012 se desempeñó como miembro de Pulp, no solo presentó el documental, también compartió con los fanáticos algunas impresiones sobre su legado. Uno de los aspectos que más sorprende en la carrera de Pulp es comprender cómo se puede ser la banda más famosa de los extraños del rock. Pulp no fue una banda normal en la escena musical del Reino Unido y su documental biográfico no podía serlo. El hecho de no haber sido una banda del común y menos, para la gente del común, queda claro en los primeros cinco minutos de la producción. Aparece Pulp tocando un fragmento en vivo del tema “Common People”, durante lo que fue su concierto de despedida en la ciudad de Sheffield, el 8 de diciembre de 2012. Luego, en la siguiente escena, el cantante Jarvis Cocker aparece cambiando un neumático averiado de su vehículo. Un mensaje claro de entrada. Soy un tipo normal, con una vida normal, al que se daña el carro y debe hacer lo necesario para seguir andando.
Los documentales sobre bandas de rock tienen la particularidad que pueden llegar al extremo de estar cargados de demasiada información biográfica cronológica, ego, presencia constante de los artistas y presentarse de una forma argumental predecible. O hay otra manera: ir en la línea y el espíritu de lo que fue la esencia de una banda a la que la fama poco o nada le importó. Y en parte por eso la banda es el menos protagonista de esta producción. Las voces que captaron la atención del director fueron las de la gente que siempre apoyó al grupo. “No me había dado cuenta pero es interesante que en ningún momento del documental aparecemos juntos los miembros de Pulp hablando de nuestra vidas. Era más importante darle voz y rostro a la gente de nuestra ciudad, quienes siempre nos apoyaron”, comentó Banks antes de la presentación del documental.
Con el final de Pulp en diciembre de 2012, cada músico tomó diversos rumbos, lejos de la fama del rock. Jarvis Cocker, por ejemplo, es conductor de un programa de radio en la BBC desde entonces. Vive entre Inglaterra y Francia y está lejos de los escenarios, aunque ha producido un par de álbumes en solitario. En el caso de Nick Banks, vive una vida normal junto a su familia en Sheffield. Toca con bandas locales de vez en cuando, va a fútbol y come Fish and Chips, como la gente del común a quien le dedicaron tantas canciones.
De esa generación dorada de la Cool Britannia, Pulp comparte con James y Primal Scream la particularidad de haber iniciado su carrera en los años ochenta y lograr el reconocimiento esperado en los noventa. En el caso de Pulp, casi diez años después de haber lanzado su disco debut. Da la impresión de que es mucho tiempo en términos de maduración artística, sin embargo, sigue siendo un caso interesante de análisis en la medida que si el parámetro para juzgar la música de Pulp son los éxitos, nos estamos quedando con la porción más pequeña de la torta, caso similar al de James. Fueron bandas con apuestas avanzadas en composición y producción, marcando una gran diferencia frente a grupos contemporáneos con más presencia mediática como fueron los casos de Oasis y Blur, bandas que también dejaron grandes logros y aportes. Sin embargo, la música de Pulp tenía un toque especial, no tan evidente y difícil de descifrar por momentos por esa particular mezcla de sonidos y referentes que los hacía fascinantes y mucho más interesantes que varios de su generación.
Seguramente tenían mucho más para dar, pero los cuatro álbumes icónicos de su carrera (His N´Hers, Different Class, This is Hardcore y We Love Life) son suficientes para comprender su gran legado. El tiempo ha demostrado que no se equivocaron y que supieron parar a tiempo, a diferencia de otros artistas que intentaron vivir de esa edad dorada y fallaron en el intento. O no me vengan a decir que Oasis, con los álbumes posteriores a Be Here Now, cambiaron las reglas del juego de la música. Saber parar también es una opción en el arte y Pulp supo cuándo y por qué hacerlo. La vida común que tanto anhelaron era una consigna.