Las 7 vidas de Yes
La legendaria banda británica lanzó su vigésimo tercer trabajo en estudio, con una alineación que debe cargar el peso del pasado.
Yes ha producido 23 álbumes en estudio desde 1968 que, en su mayoría, conservan un estilo y una fórmula muy distintiva. Sin embargo, su nuevo trabajo Mirror To The Sky planteaba varios retos: suplir con dignidad las notables ausencias de miembros icónicos (unos han fallecido, a otro lo echaron), refrendar que siguen siendo Yes y no la Steve Howe Band y que su música sigue sonando a eso que sus seguidores saben y entienden que es el legado de un grupo que lo ha ganado todo en el terreno del rock progresivo. Sobre el primer aspecto, mal haría en juzgar las cualidades musicales del cantante Jon Davison y del baterista Jay Schellen, ya que ambos han cargado en sus hombros la enorme responsabilidad de ser Jon Anderson y Alan White al mismo tiempo, y lo han hecho muy bien. Los otros dos miembros del grupo, Geoff Downes (ex Buggles y Asia) y el bajista Billy Sherwood, son viejos conocidos del entorno de Yes, con una legitimidad indiscutible. Los cuatro músicos giran en torno a un Sol llamado Steve Howe, quien, desde las inesperadas muertes del bajista Chris Squire y del baterista Alan White, ha sorteado, con algo de terquedad (por aquello de prolongar lo improlongable), la difícil tarea de ser el líder que define los rumbos creativos de su banda.
Yes fue una banda muy activa, estable en su alineación y duradera hasta 2008 cuando Chris Squire decidió que Jon Anderson no le servía más. En aquellos días, el grupo estaba a punto de celebrar una gira por sus cuarenta años de carrera y unas complicaciones en la salud de Anderson alteraron los planes. Con escenarios agendados, ensayos adelantados y boletas vendidas en gran parte de Estados Unidos y Europa, Howe, White y Squire decidieron invitar al cantante Benoit David como reemplazo temporal para apagar el incendio. El cantante venía de tocar con Close To The Edge, una banda tributo a Yes, y su gran parecido con la voz de Anderson le dio el trabajo provisional. El tema es que se lo quedó. Squire y Howe notaron una serie de aportes frescos al sonido del grupo y a finales de 2008 le anunciaron a su cantante y fundador que no iba más.
En ese contexto de egos y relaciones tensas (no era la primera vez que pasaba: a inicios y finales de los años ochenta Yes libró otras batallas), Anderson decidió darle un segundo aire a su carrera en solitario y Yes siguió adelante, no solo tocando en vivo sino produciendo un álbum en estudio en 2011: Fly From Here. El disco fue bien recibido por la crítica y los seguidores y mostró una banda fresca, renovada, fiel a su sonido, con algunos vínculos interesantes con el álbum Drama (1980), legitimado por la presencia del productor Trevor Horn. Sin embargo, la luna de miel con Benoit David duró poco y en 2013 el grupo nuevamente se enfrentó al dilema de parar o seguir. A inicios de 2014, el bajista Chris Squire fue diagnosticado con cáncer (murió en junio de 2015) y eso le dio un último impulso para producir su álbum póstumo con Yes: Heaven & Earth. Sumaron al vocalista Jon Davidson, quien venía de liderar a la banda Glass Hammer y desde entonces se convirtió en el frontman permanente.
Mirror to the Sky es el quinto álbum de Yes sin Jon Anderson y el tercero con Davidson como cantante, un disco extenso, por momentos fiel a la huella del grupo y de sus tres entregas es el mejor. La explicación es sencilla: la banda se nota afianzada, cohesionada y sincronizada, superaron la presión de lo que significa la marca Yes para la historia del rock y encontraron un norte desde lo musical a partir de lo que Steve Howe, su líder, amo y señor supremo quiere y pretende dejar como legado. Es un disco que deja en al aire la idea de que Yes una banda invencible por la cantidad de adversidades que ha tenido que sortear y superar (la presencia de trece músicos desde 2001, muertes de miembros icónicos, despidos, disputas financieras, una inducción tensa en al Salón de la Fama del Rock and Roll, entre otros) para sorprender a sus seguidores con nueva música.
“Cut from the Stars”, la primera de las nueve canciones que conforman este álbum doble, es Yes en su máxima expresión: un bajo redundante y potente en la onda Squire que lidera el rimo de la canción, con arreglos orquestales y las típicas y sutiles figuras armónicas tan características en la guitarra de Howe. Un inicio alentador al que no le falta ni le sobra nada que junto con los temas “All Conected”, “Mirror to the Sky” y “Luminosity” son fieles exponente de lo que ha construido el grupo a lo largo de más de cincuenta años de carrera musical. Si nuestros oídos aun perciben la marca de Yes, eso quiere decir que la tarea está bien hecha y parte del encanto del lado 1 del disco es la fuerza vocal de Davison, el secreto más profundo del sonido de Yes de 2023.
Sin embargo, es un álbum desbalanceado al que le sobran unas cuantas canciones que suenan sin alma y sin fuerza, curiosamente las más cortas del disco como “One Second is Enough” y “Magic Potion”. Y digo curioso porque a Yes le va mejor en los terrenos de los temas extensos donde la improvisación y el virtuosismo hacen aportes esenciales a los temas (incluso en sus días más pop de 1983, temas relativamente cortos como “Hearts” y “Changes” sonaban magistrales), aunque esto puede ser un capricho de los oídos de un fanático ortodoxo acostumbrado a otro tipo de concesiones.
Más allá si el disco trascenderá o no en el tiempo (para mí es otro más de los tantos álbumes para el olvido que tiene Yes como Open Your Eyes) creo que la obstinación de Steve Howe por mantener con vida a su banda corresponde más a un asunto del ego que a una verdadera necesidad artística (es claro que Yes es su bebé y no lo va a soltar), especialmente si se tiene en cuenta el gran legado del grupo, la cantidad de álbumes de enorme factura que han dejado para la historia del rock y una gesta que supera cualquier capricho comercial por mantener vigente una marca entre sus seguidores. Sin embargo, algunos críticos británicos ven esperanzadora esta nueva faceta del grupo: “Mirror to the Sky, incluso más que The Quest, nos da todas las razones para esperar que éste sea el comienzo de una prolífica nueva era para la banda”, dijo el portal Classic Rock, aunque tal vez se les olvida que Howe está próximo a cumplir 77 años y de pronto su familia anhela pasar más tiempo con él… Amanecerá y veremos.
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