Marillion y el secreto de su éxito
De ser catalogados como copia "mala" de Genesis hasta tocar las puertas del cielo, su carrera casi termina antes de tiempo. Un fan los salvó. ¿Qué hizo?
Amar con fervor y pasión a una banda de rock es entendible. Ejemplos de seguidores devotos, intensos y fieles hay de sobra: los de Ac/Dc, Iron Maiden, Metallica, Kiss, The Rolling Stones, entre otras bandas clásicas, fanáticos capaces de empeñar la casa o vender el carro con tal de vivir una o varias experiencias en vivo. Sin embargo, Marillion, esa banda británica con nombre literario, que evoca a Tolkien, hijos legítimos de Genesis, que transitaron del rock progresivo ortodoxo en los años ochenta para crear una música más avanzada, por momentos difícil de encasillar y con coqueteos al pop a inicios de los noventa, son el primer ejemplo de un modelo de negocio exitoso: cuando se habla de Crowdfunding en el rock, Marillion lo hizo primero y mejor que otros casos. Pero, ¿cómo terminó la banda que conquistó el mundo con la melodía de “Kayleigh” viviendo de sus seguidores?
La era Fish
Marillion es uno de tantos enigmas que dejó el rock británico de los años ochenta. Sus orígenes se remontan a Aylesbury, una pequeña ciudad del sureste de Inglaterra donde un grupo de jóvenes adolescentes querían seguirles los pasos a The Jam, los Sex Pistols, los Stranglers, Joy Division, entre otros exponentes del punk y postpunk de ese momento. Tocaban en bares y salones comunitarios, pero su sonido no lograba trascender. Para hacer el cuento corto, tras una presentación en vivo en un programa de radio de la BBC (Friday Rock Show) la banda logró que un ejecutivo de EMI se fijara en ellos y, a cambio de un contrato para grabar tres canciones, les sugirieron algunos cambios en la alineación y en el sonido que venían desarrollando.
Parece un chiste, pero la gente de EMI les pidió hacer un rock más experimental, casi que evocando los años de grandeza de Genesis, ELP y Yes. La razón: el inesperado éxito del álbum Duke de Genesis, un disco que cambió para siempre las reglas del juego de las leyendas del progresivo de los setenta que trataban de mantenerse a flote a inicios de 1980. Esa mezcla equilibrada entre grandes melodías pop con arreglos sofisticados le dio la clave a toda una camada de artistas que no querían caer en la tentación del synthpop. Al guitarrista Steve Rothery y el baterista Mick Poninter, se les sumaron el teclista Mark Kelly, el bajista Pete Trewavas y Fish en la voz, quien había participado en las audiciones con un demo de “More Fool Me” de Genesis, su mejor carta de presentación. Su gran parecido con la voz de Phil Collins le abrió las puertas del grupo. El destino estaba sellado para los Marillion.
A inicios de 1982, lanzaron al mercado la canción “Market Square Heroes” en la cara A, y con “Three Boats Down from the Candy” y “Grendel” en la B, temas que le dieron vida a un EP que pronto se convirtió en pieza de culto gracias a una reseña en la revista Kerrang! a finales de ese año. “Market Square Heroes” logró algo de rotación en la radio británica, pero no le alcanzó para llegar más arriba del puesto 60. Sin embargo, habían sembrado algo que pronto daría sus frutos gracias a las ventas del sencillo y la fuerza que había tomado el grupo en vivo. EMI los firmó y los convirtió en prioridad. Su álbum debut, Script for a Jester's Tear, salió al mercado el 13 de marzo de 1983, llegó al número 7 en listas británicas y logró que los sencillos “He Knows You Know” y “Garden Party” entraran al top 40 británico, todo un hito para EMI con una banda de rock progresivo a la que se le acusaba de plagiar a Genesis.
A partir de ese momento, Marillion se convirtió en una de las agrupaciones más visibles de la corriente del neo-prog, como la prensa inglesa describió al renacer de un género que se percibía muerto o acabado como el rock progresivo y sinfónico. Junto a Marillion aparecieron otras agrupaciones similares que buscaban revivir el sonido de Pink Floyd, Genesis, Yes y ELP como fueron los casos de IQ, Strangefish, Gizmo, Lahost, Airbirdge, Arena, entre otras, varias de ellas inspiradas en Asia, UK, Steve Hackett y lo que hizo Genesis y Yes a inicios de la década de los ochenta. Junto a Fish y su impresionante puesta en escena —muy inspirado en el histrionismo y teatralidad de Peter Gabriel en los días de Foxtrot—, Marillion produjo cuatro álbumes excepcionales entre 1983 y 1987 (el mejor, lejos, Misplaced Childhood), logrando varios éxitos en listas británicas como “Kayligh” (número 2 durante 3 semanas en 1985), “Assasing”, “Punch & Judy”, “Lavender”, “Heart of the Lothian”, “Freaks”, “Warm Wet Circles”, entre otras.
Todo era perfecto, hasta que las relaciones con Fish se hicieron insostenibles por diferencias con el mánager John Arnison a quien el cantante acusó de robarlos. Tras el lanzamiento y la exitosa gira del álbum Clutching at Straws (1987), álbum con varios temas en listas británicas como “Incommunicado” y “Sugar Mice”, Fish dejó el grupo para emprender una larga y exitosa carrera en solitario. La decisión del vocalista obligó a Marillion a tomarse una pausa y repensar su andar ya que venían trabajado en algunas maquetas para un nuevo álbum. Y aunque la noticia cayó muy mal entre sus seguidores, el álbum en vivo The Thieving Magpie (La Gazza Ladra) fue todo un éxito en 1988.
El final de una era: Mark Kelly, Pete Trewavas, Ian Mosley, Steve Rothery y Fish (en el centro).
La era Hogarth
Tras una pausa de casi un año, Pete Trewavas sugirió darle la oportunidad a un respetado cantante británico, teclista y colíder de la banda Europeans, quienes para aquellos días habían editado dos trabajos en estudio y eran muy apreciados por su música sofisticada, muy cercana a Japan, Ultravox y Fad Gadget. El vocalista Steve Hogarth se sumó a Marillion en abril de 1989 tras unas pruebas en la casa de Trewavas. Lo más interesante de la llegada de Steve Hogarth al grupo era que venía de un entorno completamente ajeno al de Marillion y jamás había escuchado una sola canción de ellos. En tiempo récord tuvo que conocer la música del grupo y entender su legado. Hay una nota de la revista Sounds de octubre de 1989 en la que ponen a prueba su conocimiento del grupo y le piden un top 10 de la era Fish. Años más tarde, Hogarth reconoció que no fue fácil hacer esa elección. Su primer reto como el nuevo frontman de Marillion fue escribir las letras para varias canciones que estaban prácticamente listas para el nuevo álbum ya que las que había escrito Fish no les permitió usarlas, historias que aparecieron años más tardes en sus discos en solitario como Vigil in a Wilderness of Mirrors y Internal Exile.
El proceso de grabación del álbum fue relativamente sencillo, Hogarth aportó dos temas, y en septiembre de 1989 apareció en el mercado Seasons End, llegando al número 7 en listas de los más vendidos de ese año y con tres sencillos en el top 40. “Easter”, un tema dedicado a la violencia en Irlanda del Norte, llegó al número 30, convirtiéndose en una de las canciones favoritas entre los seguidores de la banda. A pesar de los buenos indicadores del álbum, los ejecutivos de EMI se mostraron escépticos y cautelosos con la nueva dirección que tomó Marillion con la llegada de Hogarth, especialmente por la pobre recepción que tuvieron durante la primera parte de la gira promocional del álbum en Inglaterra. Sin embargo, Hogarth se las arregló para ir dejando una marca y un estilo, siempre respetando la esencia del grupo, pero marcando distancia de Fish. Y aunque las canciones nuevas encajaban muy bien en el tipo de vocalista que era Hogarth en aquel momento, las piezas clásicas sonaban acartonadas, forzadas y sin alma.
En ese proceso de prueba y error, Nick Gatfield, ex saxofonista de los Dexys Midnight Runners, jugó un papel fundamental para el futuro de Marillion en calidad de presidente de EMI Music en aquellos días. Para la disquera era indispensable que la banda produjera dos o tres éxitos en el nuevo álbum para poder extenderles el contrato discográfico, a punto de vencerse. Les dieron sin restricción de tiempo los estudios Hook End en Oxfordshire —donde Pink Floyd grabó The Final Cut y The Cure, Desintegration, y les asignaron al productor Chris Neil, reconocido por ser el genio detrás del éxito de Mike and The Mechanics, especialmente tuvo mucho que ver en la producción y arreglos de “Living Years”, “Silent Running” y “All I Need Is a Miracle”.
Steve Rothery, Ian Mosley, Pete Trewavas, Steve Hogarth y Mark Kelly, 1991.
Holidays in Eden salió al mercado el 24 de junio de 1991, llegó al número 7 en listas británicas, pero sus ventas no reflejaron la gran apuesta en tiempo de grabación y promoción que le invirtió EMI, además de aparecer en el Top of the Pops. Sin embargo, y más allá de la buena recepción que tuvieron canciones como “Cover My Eyes”, “The Party” y “No One Can”, lo más significativo para Marillion fue el respaldo del publico europeo, especialmente el francés y el alemán que veneraron a Hogarth como si llevara diez años en la banda. En el documental sobre la grabación del segundo álbum con Hogarth, el teclista Mark Kelly confiesa que un show en París le devolvió el alma al grupo: “En Le Zénith entendimos que el Marillion de los días de Fish era cosa del pasado y que en ese momento éramos otro grupo, con posibilidades de crear otro tipo de álbumes. La llegada de Hogarth nos permitió ver nuestra música desde una perspectiva más moderna, más avanzada, más experimental, sin descuidar la esencia y el sonido que construimos desde el primer álbum”.
Tras una gira promocional extensa y exigente por Europa y el Reino Unido, Marillion se tomó una pausa de 18 meses para trabajar en un proyecto conceptual y ambicioso sobre la vida, la muerte, la pérdida de la memoria y los retos de la edad adulta, lo que compone gran parte de las historias del álbum Brave que salió al mercado a inicios de 1994, todo un reto en términos de grabación y producción y que puso a prueba las relaciones entre la banda y su disquera. Las primeras maquetas del álbum fueron presentadas en el otoño de 1993 y los ejecutivos de EMI se mostraron preocupados porque no había un solo sencillo. La banda se comprometió a repensar el asunto, pero finalmente el álbum salió sin un solo corte que pudiera sonar en la radio. Y aunque llegó al top 10 de ventas en Inglaterra, el matrimonio entre EMI y Marillion había terminado. Le adeudaban a la disquera un último álbum, Afraid of Sunlight, que salió al mercado en junio 1995, con mejor vida comercial gracias a “Beautiful” (top 29 en Inglaterra). “King” y “Gazpacho”.
Sobre el final de la relación con EMI y el resultado de Brave, Pete Trewavas le dijo a la revista Classic Rock que fue lo mejor les pudo pasar: “Desde nuestro punto de vista, Brave había sido un trabajo exitoso porque fue un álbum hecho a nuestros gustos, sin presiones comerciales. No queríamos componer éxitos para la radio, solo canciones que funcionaran desde lo que nosotros creemos que es la perfección. Habíamos tenido problemas con Steve Hogarth por diversas formas de trabajar en el estudio, especialmente durante las sesiones de Holidays In Eden. Pero en la medida que entendimos cómo trabajábamos como banda todo empezó a fluir mejor. Con Brave estábamos en un buen lugar creativamente y como personas”.
A inicios de 1996, Marillion firmó con Castle Communications, un sello independiente inglés con buena presencia en el mercado británico, norteamericano y europeo gracias a tener en su catálogo a artistas como Atomic Rooster, Arthur Brown, Iron Maiden, Black Sabbath, Judas Priest, Helloween, Ugly Kid Joe, WASP, entre otros. Para inaugurar su presencia en el nuevo sello, acordaron lanzar un disco doble en vivo, Made Again, lanzado en marzo de 1996, con cortes en vivo de las giras de 1991 en Inglaterra y Holanda y la presentación completa de Brave en París en abril de 1994. El disco vendió bien en Europa y Estados Unidos y con los años se convirtió en un incunable porque se descatalogó con el final de la relación del grupo con Castle.
Con el anticipo de las regalías que recibieron por Brave, Marillion invirtió en su propio estudio, el Racket Club, donde le dieron forma a las canciones de su próximo proyecto: This Strange Engine, una joya poco valorada en el amplio catálogo del grupo, que tiene la particularidad de tener dos temas que son idolatrados por sus fanáticos: “Man of a Thousand Faces” y la que le dio el nombre al disco. Hasta la fecha, fue el álbum más pop que hizo Marillion, aunque con los años demostró ser un clásico avanzado de su repertorio e interpretación. Se podría decir que es el disco que graduó a Hogarth como un gran narrador de historias. Luego apareció Radiation, tal vez él álbum más flojo que ha grabado Marillion hasta la fecha y Marillion.com, un ave rara en su catálogo que trató de abrirse camino con un par de melodías memorables, aunque no generó mayor impacto. Un álbum para seguidores muy fieles, como yo.
La época de las vacas gordas terminó a finales de los noventa cuando los miembros de Marillion recibieron muy malas noticias de sus contadores: estaban quebrados. Así lo recordó Mark Kelly en una entrevista con Prog Rock Magazine en 2019: “Nos sentíamos como si estuviéramos en una cinta sin fin, intentando sacar un álbum al año y hacer una gira. Hicimos una gira universitaria para llegar a un público más joven y fue todo un fracaso. Nos tambaleábamos. Seré honesto, miro atrás a esos tres álbumes con Castle y no puedo recordar qué canciones están en cada uno”.
Steve Rothery trató de explicar las causas de la crisis económica y de las pocas ventas de los tres álbumes con Castle a un especial de la revista Classic Rock sobre el progresivo británico, editada en 2011: “No tuvimos el tiempo habitual que nos gusta para componer, la grabación y la composición se hicieron en un año para cada disco, algo inaudito para nosotros. Hay algunas canciones estupendas en esos álbumes, no lo niego. Quizá podrían haber sido mejores o estar más desarrolladas y pulidas si hubiéramos tenido otros seis meses para trabajar. Hubo cambios que nos afectaron mucho y nunca en toda la historia de Marillion su viabilidad estuvo en entredicho como a finales de 1999. Nuestras finanzas estaban en el piso. En aquel momento vendí bastante material para pagar los impuestos y la hipoteca. Me deshice de guitarras, autos, discos, amplificadores y otras piezas de memorabilia para cubrir gastos fijos propios y del grupo”.
Las malas decisiones le estaban pasando una factura muy cara a Marillion. A finales de 1999 cumplirían dieciséis años produciendo música maravillosa. Sabían que sus seguidores en todo el mundo hacían esfuerzos sobrehumanos para adquirir su música. Defraudarlos no era una opción. Mejor no lo pudo decir Mark Kelly en 2021 a la Prog Rock Magazine: “Nuestros fans si saben que hemos sacado un disco, lo encontrarán, aunque esté debajo de una piedra en alguna parte. Teníamos la sensación de que los sellos independientes no nos hacían una promoción adecuada. Sentíamos que para ellos era un problema un nuevo álbum del grupo. Era una zona un poco gris en nuestra carrera y tenía que cambiar”.
¿Cómo iba a salir Marillion de esa encrucijada? La respuesta estaba en sus listas de correo.
En la próxima entrada, el resto de esta fascinante historia.