La historia del rock anglosajón está llena de tesoros ocultos. De artistas y álbumes que por diversos motivos pasaron de largo del flash mediático en Estados Unidos y por ende no fueron tomados en cuenta ni por las disqueras, ni por la mayoría de emisoras colombianas, ni por las grandes tiendas de discos. Puedo enumerar un centenar de bandas inglesas que poco o nada sonaron en nuestro país, motivo de un libro que está disponible en varias librerías del país como lo es Los 80: Volver al futuro, otra edad de oro de la música británica. De esa gran camada maravillosa británica que poca resonancia tuvo en nuestro país como Talk Talk, Japan, Bauhaus, Madness, The Associates, Aztec Camera, Visage, Ultravox, entre otros, hay un caso que vale la pena tener presente: The Waterboys. Liderados por el cantante escocés y literato Mike Scott, su disco debut lanzado en 1983 logró un menor impacto mediático, aspecto que no le hace justicia a su propuesta avanzada y arriesgada que llamó la atención de cierto sector no tan ortodoxo de la crítica inglesa por la mezcla de folk, música celta, rock y literatura romántica en sus letras. Su estilo musical y algunos arreglos puntuales fueron comparados con los tempranos U2 y Simple Minds, aunque con una voz muy propia y definida, clave años más tarde en el desarrollo de bandas como los Dexys Midnight Runners, Prefab Sprout y Big Country.
Uno delos aspectos luminosos de la temprana obra de The Waterboys es su entrañable vínculo con la poesía en sus letras, un aspecto que a inicios de los años ochenta no era recurrente entre los artistas más jóvenes. La poesía era un recurso de los pioneros o de los consolidados como Dylan, Bowie, McCartney, Sylvian, Van Morrison, entre otros. En 1985, para el tercer álbum del grupo This is the Sea, Scott decidió utilizar unas líneas del poema “Mad as the Mist and Snow”, del nobel irlandés William B. Yeats, en la canción “Old England”, donde hay una fuerte crítica a las políticas económicas del gobierno de Margareth Thatcher. Para el álbum Fisherman's Blues, de 1988 Scott va más allá y musicaliza completa “Stolen Child”, otra obra maestra del Poeta Nacional de Irlanda que data de 1886, considerado como una de sus mayores creaciones tempranas. Parte de la crítica más excelsa británica seguía asombrada por una propuesta musical inusual para la década de los ochenta, un paso grande en la consolidación y sello de la banda desde la fuerza de las letras y los vínculos con la música celta. En cinco años, el grupo dejó grandes canciones como “The Whole of The Moon”, “The Pan Within”, “Medicine Bow” y “And A Bang on The Ear”. Y aunque lograron tímida rotación en Billboard, por lo menos en el Reino Unido se establecieron como banda de culto.
En los años noventa, The Waterboys se separaron intempestivamente y Mike Scott se mantuvo activo con algunos proyectos en solitario pero con una deuda pendiente: homenajear a W.B. Yeats. El proceso se inició hace cinco años con un minucioso estudio a la vida y obra del Nobel irlandés, un escritor fértil, completo, amplio y variado en sus temas que transitó en el mundo esotérico, celta, el misticismo, lo oculto y cuyo legado fue definitivo para obtener en 1923 el Nobel de Literatura, siendo la figura más reconocida del país, hasta que Seamus Heaney obtuvo el máximo galardón de la literatura en el 95. Como resultado de esa gran pasión de Mike Scott por Yeats, (presente desde sus años como estudiante en la Universidad de Edimburgo), produjo el álbum An Appointment With Mr Yeats(2011),trabajo que además marcó el regreso de The Waterboys, tomando un riesgo muy alto pues solo Leonard Cohen y Lou Reed se atrevieron a musicalizar (en el rock porque hay otros casos como los de Serrat o Milanés que no vienen al caso acá) poemas de García Lorca y Edgar Allan Poe, respectivamente, con resultados satisfactorios en composición y adaptación.
Los catorce poemas elegidos por The Waterboys para darle vida al disco se adaptan perfectamente al estilo vocal de Scott, comparado a veces con el de Bono y Jim Kerr de los Simple Minds. Son textos con mucha fuerza por la manera como son interpretados por Scott, quien entiende muy bien el sentido de la poesía irlandesa y cómo deben ser cantados sin alterar su sentido o musicalidad. Basta con leer y oír la música de “Song of Wandering Aengus” para rendirse a los pies de Scott y la forma de darle vida a un legado literario de más de cien años y de paso invitarnos a redescubrir su grandeza narrativa:
I went out to the hazel wood. Because a fire was in my head. And cut and peeled a hazel wand. And hooked a berry to a thread; And when white moths were on the wing. And moth-like stars were flickering out, I dropped the berry in a stream And caught a little silver trout.
En algunos poemas, Scott repite algunas líneas con el fin de darle sentido a frases complejas de adaptar o que quedaban sueltas. El disco musicalmente refleja el legado melódico de The Waterboys, con grandes momentos en arreglos y composición en canciones como “A Full Moon in March” y “Let the Earth Bear Witness”, dos de los poemas más bellos e intensos de esta producción. Es un disco lleno de entusiasmo y respeto por el legado de una de las voces poéticas más importantes de todos los tiempos, que cumple con el doble propósito de recordarnos la existencia, legado e importancia tanto de Yeats como de la obra de The Waterboys.
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